Cada nota grave le arrancaba otra pluma y la arrojaban al horno, luego granizaría y todo el mundo sabía que hoy había muerto otro ángel. Sucedía cada década que ellos enfermaban pero jamás de aquello perecían. Pero él era más débil de lo normal, sensible incluso al humano. Por primera vez se veía que un ser celestial fuera dominado por el hombre. Ya sin una sola pluma su cuerpo reposaba bajo dos cascadas que se pintaban de tonos fríos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario