Timeless

Timeless
Portrait du Mademoiselle Chanel de Marie Laurencin

martes, 12 de octubre de 2010

Poemín japonés (no es que no recuerde el nombre, es que no quiero usarlo)

Sopla el viento
Lánguido arrastra los miedos
De cuellos blancos

sábado, 9 de octubre de 2010

se murió un ángel

Cada nota grave le arrancaba otra pluma y la arrojaban al horno, luego granizaría y todo el mundo sabía que hoy había muerto otro ángel. Sucedía cada década que ellos enfermaban pero jamás de aquello perecían. Pero él era más débil de lo normal, sensible incluso al humano. Por primera vez se veía que un ser celestial fuera dominado por el hombre. Ya sin una sola pluma su cuerpo reposaba bajo dos cascadas que se pintaban de tonos fríos.

un silbido muy fuerte

Muevo sus piernas de un lado a otro, de izquierda a derecha, de atrás para adelante. Me divierte hacerlo en círculos aunque a veces rompo el ritmo y dejo inerte esos pies. Ha perdido un zapato. Dicen que en los últimos momentos los reflejos sacuden violentamente a la persona y ésta deja caer zapatos, anillos y hasta recuerdos. No debería hacerlo pero subo un poco. Es una pequeña figura pálida ropa de tela en demasía y de pronto esta curiosidad me impide seguir subiendo. Busco su cara entre su cabello y su cara me deja atónito. He jugado ya varias veces con situaciones como ésta más no contemplé jamás una sonrisa y unos ojos cerrados. Lo supe entonces, ella no perdió ese zapato en un acto de desesperación por zafarse de ese final, ella se había desecho de él conscientemente. Trato de meterme por sus pulmones y regalarle unos segundos más. Oigo unos sonidos repetitivos pero cada vez más prolongados. En un acto final de desespero subo e intento desatar ese nudo pero mi condición me impide tocarlo. Me alejo hasta contemplar la escena completa. Tal imagen espeluznante es pura poesía, es el momento más autónomo, el único que de verdad les pertenece. No la moveré más pero sí silbaré fuertemente para que alguien la descubra y le otorgue las lágrimas y las memorias que este peculiar personaje merece.

múltiples sabores de helado

La veracidad de no saberte abre mis poros por donde se escapan las últimas memorias de nuestros encuentros. Tapo mi brazo y por otro lado y por otro lado salen tus múltiples sabores preferidos. El darle favoritismo a algo significa ser selectivo no cambian, como tú lo hacías de sabor de helado predilecto y yo siempre con lo mismo; embarrada hasta las cejas de chocolate.

Eres esa cuchara de mil frutas; unas que me hacían cosquillas otras que me cerraban los ojos y de nuevo mi nueva blusa blanca terminaba estampada de chocolate. Te vuelves a difuminar con esta cucharada de un nuevo sabor, no quiero modificarme pues en esta monótona existencia permanecen tus insistencias por mis modales, tus regalos prometedores que terminaban en un aburrido libro de Mark Twain, pero sobre todo tu olor esas mañanas de vacaciones cuando te despedías. No te vayas, todavía no he probado todos los sabores de helado que existen en el mundo.