Timeless

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Portrait du Mademoiselle Chanel de Marie Laurencin

jueves, 29 de octubre de 2009

Como patadas de ahogado

El ex presidente Vicente Fox tuvo propuestas para entregar la energía eléctrica a la industria privada. Su secretario de Energía, Felipe Calderón Hinojosa (conocido el nombre) siempre impulsó esta idea. Hasta ahora, el PAN tiene en la mira un sistema neoliberal que, en la práctica, ha probado no ser funcional para México.

Adoptar un sistema que opera con países desarrollados no siempre es garantía para uno en vías de desarrollo. Esto no inicia con el PAN; Carlos Salinas de Gortari “impulsó” a México hacia la modernidad, introduciendo el sistema neoliberal. Ahora, vivimos una doctrina McCarthy: todo lo que huela a socialismo asusta. La población está convencida por la idea de que gobierno intervencionista es igual a Estalinismo. Hoy por hoy, está permitido que una paraestatal sea entregada a manos privadas. Constitucionalmente, estas compañías deberían ser manejadas por el gobierno para ayudar a éste a cubrir las necesidades civiles, ergo, permitir la gobernabilidad.

Globalizar al país no es una mala idea. Pero para hacerlo es necesario crear empleos y reforzar la economía. Además, se debe de crear una verdadera competitividad entre las empresas, evitar los monopolios y apoyar a los sectores privados y públicos. Si se desean políticas neoliberales primero hay que sentar las bases para sustentarlas. Al gobierno mexicano le ha fallado este sistema porque no se ha preocupado por cimentar correctamente. El peso de la globalización ha vencido al país. En vez de fortalecer paraestatales se permiten debilitarlas hasta que es “justificable” su privatización. He ahí a Salinas, a su tocayo Slim y al destino de Teléfonos de México.

Desde 1939, o lo que es lo mismo, desde Gómez Morín los sindicalismos son enemigos del PAN. Una vez que este partido asumió la presidencia ha tenido que lidiar con muchos sindicatos. A veces, los desaparece. Las eternas tragicomedias que han protagonizado el gobierno y Elba Esther Gordillo son conocidas. Ya son cómplices. Pero aún existen organizaciones laborales “incómodas” en la mira. Esta vez fue el turno de Luz y Fuerza del Centro. El sexenio calderonista ha estado lleno de derrotas. Su campaña de descrédito hacia Andrés Manuel López Obrador se le ha revertido. Al presidente le cayó el peso de la crisis, ésa que tanto le atribuía a López Obrador si éste llegara a la silla. Su pobre intento de legitimarse inventando una lucha contra el narcotráfico ahora pasa a noveno lugar de su agenda política. La poca fuerza que le restaba la empleó para desmantelar a los revoltosos.

Conviven discursos antagónicos sin generar el menor ruido. Pesan sobre el Presidente del Empleo más de cuarenta mil liquidados. La Carta Magna dicta que ante las empresas públicas tenga atribución exclusiva el Estado. De forma anticonstitucional, aunque Javier Lozano sostenga lo contrario, se omiten reformas y se crean leyes cuyo único fin es la eminente privatización de las empresas públicas. Para disminuir el peso político que una acción como la desaparición de Luz y Fuerza del Centro implica, se usan razones como números rojos, privilegios sindicales y deudores o gravosos.

Se sataniza al sindicato electricista. Pero en los medios nadie menciona que, en cuestión de paraestatales, la arbitrariedad no es permitida. En la Constitución se aclaran condiciones técnicas, laborales y gerenciales sobre las mismas. La sociedad escucha a la omnipotente Televisa (que gracias a todo este contexto ha adquirido más poder sobre las telecomunicaciones), quien, ahora más que nunca, no revelará datos contra el gobierno. No existe poder de diálogo ni una verdadera opinión pública que desenmascare tanto maquiavelismo.

1 comentario:

  1. Buen artículo editorial (en su momento). Llama la atención el ímpetu, pero al mismo tiempo la elegancia con que defiende su punto de vista.

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